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Un tremendo e histórico día vivieron hoy los veteranos y familiares de caídos sanjuaninos, que fueron a Malvinas, con la visita al cementerio de Darwin y un homenaje en donde fue el primer ataque aéreo.

Esos 200 metros a pie por el camino de piedritas blancas que lleva el cementerio de Darwin se convirtieron en una procesión silenciosa que terminó con una centena de rosarios celestes y blancos puestos en las tumbas por los sanjuaninos, excombatientes y familiares de caídos en Malvinas, que cumplieron hoy una dolorosa y a la vez reconfortante meta: la de homenajear a los héroes que descansan allí, entre ellos los sanjuaninos Agustín Hugo Montaño y Oscar Augusto Silva.

En mayo de 1982, Montaño caía muerto en el primer ataque aéreo inglés.Era cabo primero de la Fuerza Aérea. Tenía 25 años, amaba el ciclismo, era el mayor y cuidaba amorosamente a sus cuatro hermanos menores en su Rawson natal. Pasaron casi 40 años para que su hermana Iris pudiera ir a llevarle una flor al cementerio de Darwin.

Por eso sus lágrimas hoy marcaron a fuego la visita que todo el grupo vivió como pudo, como le salió. LIorando, acomodando los rosarios con mucho cuidado en las cruces inmaculadas, mostrando banderas celestes y blancas y hasta de clubes de fútbol, sonriendo, fumando, leyendo las placas una por una, dándose un momento de soledad sentados en las escalinatas frente a la gran cruz que es el corazón del pulcro lugar. Los 13 excombatientes además de Iris Montaño y Anahí Moreno (hija del caído en el ataque al Belgrano Waldo Eduardo Moreno), vivieron intensamente las más de dos horas que estuvieron en ese lugar sagrado en las Islas Malvinas.

Cerca de las dos de la tarde, bajo el sol y un clima extrañamente amable en las Islas, hubo escenas fuertes como cuando Anahí encontró el nombre de su padre en una de las 24 placas que enmarcan el lugar, o cuando se hicieron homenajes a diferentes fallecidos cuyos cuerpos descansan en ese camposanto por parte de sus compañeros de unidad sanjuaninos, o cuando se ofreció una plegaria sobre la tumba de Silva. Pero cuando se cantó el Himno Nacional Argentino y la Marcha de Malvinas se sintió como una cicatriz que se cerraba.

El lunes tenía más de un episodio bisagra para los sanjuaninos. El paso por el lugar donde fue bombardeado el Pucará que terminó con la vida de Montaño volvió a emocionar a todos. Para llegar, hubo que pedir permiso especial en una granja donde estaba antes la pista para aviones de Argentina. Allí no quedan vestigios de nada, ni de la Base Aérea ni de las cruentas bombas que los Sea Harrier descargaron sobre los argentinos, matando a Hugo que se transformó ese 1 de mayo de 1982 a las 8:30 en el primer sanjuanino muerto en combate, de los 23 que sumaría en total con sus provincianos héroes.

El excombatiente Daniel Pacheco contó cómo fue el ataque y puso una placa enviada por la Escuela de Suboficiales de Córdoba de la Fuerza Aérea en honor al cabo principal Miguel Carrizo. La escondieron debajo de unos matorrales para que se conserve porque en Malvinas los homenajes argentinos no protocolares, no autorizados, se sacan. El otro homenaje se hizo también a la orilla del alambrado, cerca de donde estalló el Pucará. Iris Montaño, peleando contra el viento y contra su amargura, alcanzó a acomodar unas flores de tela en un palo, antes de que se largara una torrencial lluvia malvinense.

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