La semana pasada informamos en una grilla comparativa la cantidad de trabajadores de la Administración Pública sindicalizados y hoy pudimos finalizar el esquema de representatividad incluyendo también a las y los agentes municipales y jubilados. El número final nos muestra que UPCN tiene un total de 18.281 afiliados y la Ate 6.569.
Ofrecemos esta información para demostrar numéricamente la dañina táctica del gobierno de Río Negro diseñada y puesta en marcha por el anterior mandatario, Alberto Weretilneck, para dilatar la fuerza de reclamo de los trabajadores como conjunto y poder llevar adelante una política pública de ajuste salarial extremo que, acompañada por otras armas como la persecución institucional y personal a las voces críticas o el hostigamiento y ninguneo,entre otras, le facilitan a la patronal mandar ‘a sus anchas’ y decidir rebajar salarios sin declaración de emergencia y con el apoyo de los que antes le encendían las calles pero que hoy se quedan callados a la hora de defender a los trabajadores y trabajadoras, sus salarios, sus condiciones medioambientales, sanitarias, etc.
La consecuencia más visible de esto es que hoy los agentes de la Administración Pública provincial estamos percibiendo un 50% menos del salario que nos corresponde. Dicho también en números, a grandes rasgos: quienes hoy cobran 30.000, deberían estar cobrando 45.000; quienes cobran 40.000, deberían cobrar 60.000; los profesionales con años de antigüedad que cobran 50.000 por ejemplo, deberían estar percibiendo 75.000 pesos. Y así con cada uno de los trabajadores y trabajadoras, de acuerdo a su categoría en el escalafón.
Las cosas no son así por ‘magia’, son así como consecuencia de la política dañina para con sus propios trabajadores puesta en práctica por el ex gobernador y actual senador Alberto Weretilneck, quien aún gobierna los destinos de esta provincia desde las bambalinas y sigue imponiendo sus prácticas perversas a través de adalides, como el ministro Rodrigo Buteler.
Las consecuencias de estas políticas de Estado obviamente trascienden lo salarial y abarcan otras cuestiones como la desidia con lo público y su administración; el abandono edilicio de oficinas y las faltas de medidas de seguridad e higiene y el usufructo del Estado con fines partidarios para sostener una estructura de poder, entre otras cosas.
El ninguneo a la representatividad no es inocente, es la base de una propuesta autoritaria muy bien disfrazada pero que no durará para siempre, porque como decimos a menudo, los gobiernos y los partidos pasan y las trabajadoras y trabajadores quedan y son quienes, con buenos gobiernos, pueden hacer florecer a la Administración y brindar a los ciudadanos el Estado que se merecen.

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