CARLOS FERRARO
El gobernador GERARDO MORALES fue terminante: durante un diálogo abierto y distendido con este periodista resolvió poner punto final a todas las especulaciones (que generalmente fueron fogoneadas por personajes desde su propio entorno, muchos de los cuales aún no se resignan a abandonar el proyecto) que filtraban interesadamente desde intramuros la elaboración a tambor batiente de un proyecto de reforma de la Constitución de la Provincia, que tendría como objetivo central, eliminar el artículo que prohíbe una segunda reelección a los miembros de la fórmula gubernativa. GM aceptó que la carta magna jujeña se encuentra desactualizada y es que tarde o temprano, se tornará imprescindible acometer su reforma en los variados temas que hacen a la vida pública provincial. Pero la reelección, no.
Apelando a su pasión futbolera -es un sufrido hincha de Independiente- dijo con claridad: «Yo ya estoy en tiempo de descuento», aunque ese tiempo sea largo -nada más y nada menos que casi tres años-. Muchos observadores se preguntaron si era necesario que con sus dichos escribiera tan anticipadamente la crónica de un final anunciado. ¿Por qué no mantener la incógnita, por qué no sostener el misterio un tiempo más, tomándose un tiempo mientras se despeja un poco el horizonte lleno de nubarrones de tormenta que hoy tenemos enfrente?. El debate se inició inmediatamente: «Hizo bien, despejó dudas, apareció un gobernador que se puso por debajo de la Constitución», dijeron los que aplaudieron. «Estuvo bien, pero con el control de la Justicia que instaló, y con el cerrado manejo del Poder Legislativo que conduce (calco de todos los gobiernos peronistas que no llegaron con la Ley de Lemas), ya lleva cinco años gobernando por encima de la Constitución», dijeron desde la vereda de enfrente.
Las voces se prolongarán todavía un largo tiempo, pero el GM tuvo otra definición. Consultado precisamente sobre los eternos tres años que tiene por delante, afirmó que los transitará con la misma energía del primer día, pero como pato rengo… jamás. Así -confiado en su conducción férrea del Estado, del partido, y de la coalición gobernante- desechó padecer como padecen los presidentes norteamericanos (de allí la frase lapidaria) un poder que se va desflecando a medida que se acerca el final, donde hasta los dirigentes más amigos y cercanos se van acomodando a la nueva realidad posible y llega el momento en que bromas aparte, a veces ni los mozos de la Gobernación le arriman un café cuando el mandatario lo pide.
El GM no tiene características declinantes. Por el contrario. Aunque haya decidido sostener a su equipo de ministros y secretarios, muchos de los cuales le generan más dolores de cabeza que satisfacciones, quizá pensando que sería reconocer equivocaciones en las elecciones realizadas, o peor, que sería una debilidad producir recambios que le oxigenen el camino, el gobernador, conserva casi la totalidad de su autoridad para hacer caminar a su ritmo a todos sus colaboradores. Y aunque no lo diga, también se puede interpretar que cuando mira hacia el banco de suplentes, descubra que no hay muchas opciones que mejoren la producción en el campo de juego.
Como sea, la aguda crisis económica nacional, que seguramente agravará la inflación en el 2021, la incertidumbre acerca de un plan económico nacional sólido, el acecho de los próximos pasos de la pandemia, parecieran estar engendrando un bíblico Leviatán al que se deberá enfrentar inexorablemente. El Leviatán es un monstruo sin piedad ni escrúpulos ni compasión, de una envergadura gigantesca al que según el Antiguo Testamento, se le ha relacionado con el propio demonio y que tuvo que ser derrotado por el mismísimo Dios para hacer prevalecer el bien sobre el mal. Y falta un ingrediente que realizará generosos aportes a la confusión general: las elecciones intermedias del 2021. Aquí el GM no tendrá grandes problemas, pero ya para el 2023, irá pensando su regreso al parlamentarismo, o quizás, otro intento de un asalto democrático al gobierno nacional.
Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, están en veremos: parte de la coalición gobernante del Frente de Todos apuesta a eliminarlas (por única vez) para evitar gastos innecesarios. Parte del mismo grupo, las quiere sostener. Más allá de lo que realmente sea lo mejor, seguramente se decidirá según los intereses superiores de los barones del conurbano, a los que las primarias les resolverían un serio problema. De paso, le resolverían un problema a la coalición opositora, Juntos por el Cambio, que siguiendo su situación actual, es poco probable que logre armar listas de consenso. Más bien, antes, quedarían más cerca de otro de los habituales cismas que la sacuden cíclicamente.
No sería el caso de Jujuy, donde en el oficialismo de Cambia Jujuy, estaría más cerca de disciplinarse para disimular la diversidad de criterios, opiniones e ideologías que la pueblan, con tal de sostener la hegemonía del poder, y además, allí tallaría implacable, la voz de mando del GM. El problema local se le vendría encima a la coalición opositora del Frente de Todos, donde, como siempre, las divergencias internas golpean más duramente a los compañeros que a los adversarios políticos. A tal punto que muchos son capaces de hacer perder una elección, antes que apuntalar a sectores que no les son simpáticos. De hecho, ya lo hicieron: en el 2019, trasladaron su interna a la elección general, sellando la victoria de la formula Morales/Haquim. En otras épocas la política tenía otras características: «Donde hay dos radicales, hay una interna», se decía, y eran sangrientas y llegaban a quebrar el partido sin piedad. «Y para un peronista, no hay nada mejor que otro peronista», se decía y aún mordiéndose, votaban al partido y se cansaban de ganar. Hoy, las cosas, parecen ser exactamente al revés.
Pero visto de esta manera, hacia adelante, no muy lejos, en el 2021, al GM no le costaría grandes esfuerzos armar su lista de diputados provinciales, concejales y llenar los casilleros de legisladores nacionales. Pero mirando más lejos, al 2023, ya comenzará el dilema de elegir un sucesor de calibre parecido para la gobernación, con la misma capacidad de mando y comando y sobre todo, con parecido consenso popular.
Y queda planteado el interrogante del futuro de la coalición y la figura de un vice. Para el Peronismo, muy cerca, el 2021 ya le plantea a Rubén Rivarola (que no será candidato a nada en esa elección) un serio problema: lidiar con disidentes que sólo parecerían sentirse satisfechos mirando cuando la sangre caiga desde los balcones de la casona gris de la 19 de Abril al cauce del río Chico. Y mirando no tan cerca, el 2023, cuál será la realidad que se deberá ir construyendo porque con los números de la elección 2019, el trofeo de la gobernación parecía al alcance de las urnas, y hoy, el panorama está enrarecido y esquivo.
Ésta es la última columna de opiniones, sospechas, intuiciones y comentarios de este año. Un año impar, inesperado, distinto. Lleno de dolor y de angustias. Lleno de miedos. De tantas cosas que si para algo debieran servir, es para ensanchar el corazón y el alma con tolerancia, capacidad de reflexionar y de imaginar que para que el mundo, y Argentina y Jujuy, cambien, todos debemos dejar de hacer las mismas cosas que nos trajeron hasta este laberinto. Ojalá seamos capaces.
Con todo, feliz año 2021, amable lector.