El sacerdote Cristian González respondió a las críticas sobre su relación con Walter Maciel, el jefe policial detenido acusado de encubrir el rapto del menor.
Fuente José María Costa LA NACION
NUEVE DE JULIO, Corrientes (enviado especial).- El padre Cristian González recién conoció esta localidad hace tres años, pese a que nació en esta zona. Fue cuando al poco tiempo de ordenarse como sacerdote le dieron como destino cerca de una decena de capillas en los pueblos de este sector correntino.
En los últimos días, su nombre quedó en boca de este poblado que está conmocionado por la desaparición de Loan Danilo Peña, de quien hace dos semanas se desconoce su paradero. El representante de la Iglesia Católica en la zona habló con LA NACION y se defendió de las críticas. Confirmó que hasta mayo pasado el comisario Walter Maciel, imputado en la causa acusado de encubrir el rapto, vivió en la casa parroquial al lado de la capilla situada en frente de la Plaza San Martín.
“Soy el padre Cristian González, soy sacerdote hace casi cuatro años. En octubre estaría cumpliendo recién mis cuatro años de cura y acá estoy hace un poquito más de tres años. Es el primer destino que me tocó prácticamente. Soy de Bella Vista, a casi 50 kilómetros de acá y aunque te parezca raro, no conocía nada de los pueblitos que hoy estoy frecuentando”, dijo.
Ante la pregunta sobre las críticas por la falta de presencia de la Iglesia en los reclamos por la aparición de Loan, sobre todo teniendo en cuenta que es un pueblo donde prácticamente en todas las casas se encuentra algún altar, dijo: “El jueves 13, día de San Antonio, suspendí casi todas las misas porque estaba muy engripado y casi no podía hablar. El día sábado ya vine a celebrar misa acá, y también me acerqué para preguntar por la búsqueda. El domingo estuvo cocinando, allá en el lugar donde estaban haciendo rastrillajes. El lunes y martes también estuvimos allí, que ahí es donde pude hablar con la abuelita, con la mamá, con el papá de Loan. Si bien no quise hacer muchas preguntas por el difícil momento. Por eso, no sé si es tan así de que la Iglesia Católica no está acompañando. Yo veo que hay mucha gente que los acompaña y eso hace a que yo pueda estar atendiendo a esta comunidad que, como católica, cree y debe creer en el poder de la oración. Yo todos los días estoy rezando por esta familia. Sabe que si me necesitan ahí y no hay nadie, vendré”.
“Sé que es un momento trágico, pero hay otras personas que están pasando por momentos también feos, la muerte de un familiar, por ejemplo, y también necesitan acompañamiento. Yo de las marchas casi no participo, porque creo que a través de la oración puedo hacer mucho más. La oración mueve montañas”, sumó el padre Cristian.
El párroco recuerda cómo era este pueblo hasta el mediodía del 13 de junio: “Era un pueblito sencillito, tranquilo. Por ahí había uno que otro despelote, no sé. Pero así como esto, primera vez. No te podría decir que haya habido algo parecido como esto”.
¿Cómo era el vínculo con usted tenía con el comisario Maciel?, fue la pregunta a la que el párroco respondió: “Con el comisario nos conocemos, nos presentamos previo a un acto en el que se inauguró la estación, la exestación de tren. Fue un día antes de la festividad del pueblo. Nunca nos habíamos presentado formalmente, más allá que él ya hacía unas semanas estaba acá. Nos conocimos ahí, yo pregunto dónde vivía, dónde paraba y al contarme él que vivía en la comisaría y estaba durmiendo en el pasillo, a mí me nació espontáneamente decirle, yo tengo la casa ahí que está vacía, yo la ocupo un día en la semana o dos como mucho. Le dije que podía ir a parar mirando que era una figura de autoridad. Él me responde que estaba de interino, que si se confirmaba que él quedaba me iba a aceptar la propuesta hasta que consiga una casa donde ir a vivir. Eso se prolongó un tiempo. Recién para mayo, después de la fiesta patronal, consiguió una casita acá en el 9 de julio”.
“Sé que él no era aceptado por la gente, incluso la comunidad misma me hizo saber que no estaba de acuerdo que él esté acá. No se llevaban bien. Eso nomás es lo que me decían. Pero yo le respondí a la gente que conmigo no tenía ese comportamiento. No tengo nada de que quejarme. Es más, con la iglesia colaboró bastante. Yo estoy sin vehículo y él ponía a disposición la camioneta que me llevaba algún oficial o algún cabo a celebrar la misa a otros pueblos”, recordó el sacerdote sobre el vínculo que forjó con Maciel en poco meses y agregó: “Varias veces salimos a comer por allí. Es mentira eso de los asados secretos. Siempre hubo gente cuando salimos a comer”.
¿Les sorprende que esté envuelto y que haya sido considerado por la Justicia como encubridor de lo que le pasó a Loan?, fue la pregunta a la que el párroco contestó: “Sí, sí, me sorprende. Eso yo lo hablé con él en su momento. Cuando estaba en el momento de la investigación, yo lo hablé con él. Le dije que se ponga las pilas. Así, vulgarmente y después le daba, ánimo, fuerza, porque yo trataba de ponerme en el lugar de una investigación, algo tan grande. Cuando le decía eso, él me respondía: ‘Reza por mí. Reza por mí, estoy cansado’. Es lo único y las veces que lo encontré durante la investigación fue públicamente. La mayoría fue allá en la casita de la abuela donde nos cruzamos y bueno, me brindaba un abrazo y yo no le voy a negar a nadie, aunque juzgue mi nombre, le saludo. No tengo, ni odio, ni nada”.
Sobre la cultura del lugar y la adoración de santos y figuras populares como el Gauchito Gil o San La Muerte, explicó: “Mira, acá la religiosidad popular es muy fuerte. San La Muerte nada tiene que ver con la Iglesia Católica. Sí, al gaucho Gil se lo considera como un difunto. Se hace la catequesis, algunas personas la aceptan, otros no la aceptan, pero se nos pide que sea una Iglesia de puertas abiertas. Tratamos de recibir a todos, pero se trata de hacer esa catequesis. Todas las familias tienen un altarcito en su casa y la gran mayoría el día de su patrono, del santo con mayor devoción. Generalmente, le hacen un almuerzo, una cena, y acompañado de eso también un festival el día de su santoral. En algunas ocasiones, cuando yo puedo, voy y celebro la misa en las mismas capillitas que arman frente a sus casas para que la gente pueda ir a rezar”.
El padre Cristian también habló sobre la presencia de una congregación de veterocatólicos, una rama antigua del catolicismo que desconoce al Vaticano, dijo: “Yo me enteré de ahora. O sea, no tienen una capilla, ni nada acá en Nueve de Julio. Desconozco. Yo me enteré ahora, lo vi, y me enteré a razón de la gente que me preguntaban quiénes eran. Pregunté al obispo y él me informó de quiénes eran y nada más”.
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