11 DE MARZO UN DIA COMO HOY NACIO LEANDRO NICEFORO ALEM FUNDADOR DE LA UNION CIVICA RADICAL

DARIO BASSO VIALE ENTRE RIOS

BIOGRAFIA LEANDRO ALEM FUNDADOR DE LA UNIÓN CIVICA RADICAL ORIGEN

Nació en Buenos Aires el día 11 de marzo de 1842, siendo sus padres don Leandro Alem (porteño) y doña Tomasa Ponce, natural de Buenos Aires e hija de don José Clemente Ponce y doña María Feliciana Gigena. Bautizado en la iglesia de Balvanera el 7 de abril, fueron sus padrinos don Dionisio Farías y doña Felisa Pérez. Su padre fué fusilado en 1853, por estar acusado de delitos comunes cometidos en su calidad de uno de los jefes de la Mazorca, en la época de Rosas.

Esta circunstancia impuso a Alem la preocupación constante de levantar el nombre que la sociedad había aborrecido y la justicia había maculado. Once años contaba apenas cuando quedó huérfano por la circunstancia apuntada, y hasta entonces no había recibido ninguna instrucción, pero sí era él el jinete más consumado y el niño más travieso del barrio de Balvanera.

Colocado en la modesta escuela parroquial de esta sección, aprendió en ella las primeras letras. Después pasó al colegio de Lorenzo Jordana, conocido educacionista de entonces, donde estrechó amistad con Aristóbulo del Valle, amistad que cultivó hasta su muerte, terminando sus estudios inferiores en el colegio del “Comercio” dirigido por el sacerdote Cesáreo González. Desde el primer momento, Alem reveló una clarísima inteligencia y una marcada facilidad para los estudios.

A los 16 años ingresó en la Universidad, donde se vinculó con jóvenes como Carlos Pellegrini, Pedro Goyena, Luis García, C. Mayer, Luis María Campos, etc., haciéndose notar en las aulas por sus excepcionales cualidades para los estudios. Comenzó a frecuentar los centros políticos, siendo elegido bien pronto presidente del “Club de la Juventud” que se había establecido en la cancha de Moreno.

Actuó decididamente con los chupandinos contra los pandilleros, nombres groseros que se habían adjudicado los partidos en que se hallaba dividida la opinión porteña; los primeros eran los contrarios a los que habían hecho la revolución del 11 de Septiembre de 1852 y estaban patrocinados por don Nicolás Calvo, mientras que los pandilleros lo estaban por Mitre, Alsina, Sarmiento, etc.

Veamos su historia de vida…

Leandro N. Alem: Hacer más de lo que manda el deber:

El 1 de julio de 1896 una noticia inesperada golpeaba sin piedad a la sociedad argentina: Leandro Alem había decidido poner fin a su vida. Sólo tenía 54 años, pero aquellas pocas décadas pesaban en su interior como siglos.

Mientras la gente festejaba en las calles las celebraciones de San Pedro y San Pablo, y en distintos rincones de la ciudad se oía el crujido de ramas y hojas secas que eran consumidas por el fuego de las fogatas que habían sido encendidas para la ocasión, Alem compartía una charla con sus amigos más íntimos, con quienes solía reunirse a tratar temas relacionados a la política.

En medio de aquella reunión, Alem decidió alejarse unos minutos, adjudicando un malestar físico que en realidad no existía.

Poco después, quienes lo habían acompañado durante la jornada descubrieron su cuerpo sin vida junto a una pistola que él mismo había disparado sobre su sien, y una nota que rezaba: “Perdónenme el mal rato, pero he querido que mi cadáver caiga en manos amigas y no en manos extrañas, en la calle o en cualquiera otra parte”.

Había nacido en Buenos Aires el 11 de marzo de 1842 y debió enfrentar la tragedia personal cuando, con sólo 11 años, fue testigo de la ejecución de su padre, quien había sido uno de los principales jefes de la Mazorca, fuerza parapolicial que había creado Juan Manuel de Rosas.

Aquel hombre, llamado Leandro Antonio Alen, que fuera colgado públicamente en la desaparecida Plaza de Monserrat, fue en realidad el primer acercamiento que el pequeño Leandro tuvo con la muerte. A partir de aquel momento decidió cambiar su apellido reemplazando la “N” por la “M”, con el fin de evitar la discriminación que le producía ser llamado “el hijo del ahorcado”.

Su vida fue pelear contra la pobreza, ya que hasta el momento su padre era el sostén de la familia. Fue en su adolescencia que decidió alistarse como voluntario en el ejército, y aquello le brindó una amplia experiencia, ya que participó de las últimas batallas ocurridas durante las guerras civiles argentinas en 1859 y 1861.

Desde siempre sintió inclinaciones para acaudillar las masas populares, haciéndolo a los comienzos en el club parroquial, después en el atrio y luego en la plaza pública. Iniciada a la campaña de Cepeda, sus tendencias lo llevaron al campo de Urquiza, sirviendo en el E. M. del ejército de la Confederación, así como igualmente en la campaña de 1861. Estas dos oportunidades lo apartaron un tiempo de las aulas universitarias, pero año y medio después volvió a ellas distinguiéndose en la de filosofía que dictaba el doctor Miguel Villegas.

Asimismo, prestó servicios durante la Guerra del Paraguay. Por otra parte, realizó estudios de abogacía en la Universidad de Buenos Aires, y posteriormente inauguró un estudio jurídico junto a su gran amigo Aristóbulo del Valle. Mientras tanto, se desenvolvía como miembro de la masonería, y al mismo tiempo como agregado cultural en la corte del Emperador del Brasil. Poco a poco, la política comenzó a ser uno de los campos preferidos de Leandro Alem, aunque desde siempre había cultivado la pasión por ello, pero debió esperar algunos años para comenzar a desarrollar una vida política activa.

Fue en 1871 que se convirtió en diputado de la legislatura provincial de Buenos Aires, y tres años más tarde pasó a ser diputado nacional.

En aquella misma década, precisamente en 1877, ante la inquietud de hallar un partido que representase por completo su ideología, Alem se reunió con algunos de sus más importantes colaboradores, entre los que se encontraban Aristóbulo del Valle, Roque Sáenz Peña, Lucio Vicente López, Pedro Goyena, José Manuel Estrada, Fernando Centeno, Francisco Uriburu, y junto a ellos fundó el Partido Republicano, alejándose de la postura que en aquel momento había tomado el Partido Autonomista, en el cual se había iniciado Alem.

Durante las elecciones de ese mismo año, Alem se presentó junto con Aristóbulo del Valle como candidatos a gobernador y vice por el Partido Republicano, pero fueron derrotados por Carlos Tejedor, candidato de la Conciliación, en medio de un acto electoral que fue tildado de violento y fraudulento. Aquella derrota significó la disolución irremediable del Partido Republicano, por lo que a partir de allí, Leandro Alem decidió regresar al Partido Autonomista y participar de su reorganización. No obstante, uno de los momentos políticos más trascendentales en la vida de Alem llegaría en el año 1890, cuando junto a Bartolomé Mitre decidieron fundar un nuevo partido, el cual fue denominado Unión Cívica.

Su muerte asumió los caracteres de un duelo nacional siendo su sepelio una solemne demostración de los méritos que se le reconocían, acto en el cual el gobierno que tanto había combatido el doctor Alem, tuvo una participación muy amplia. El Partido Radical fué consecuente con el ilustre caudillo y obsequió una casa a su hermana, doña Tomasa Modesta Alem, a la cual el Congreso Nacional le votó una pensión por 10 años.

Fué el doctor Leandro N. Alem un espíritu batallador, de característica intransigencia; creía de muy buena fe que los vicios políticos que combatía, solo podían ser eliminados a sangre y fuego, seccionando en carne viva el cáncer que devoraba las instituciones públicas, y el que habíase puesto de máximo manifiesto en el gobierno de Juárez. Llegó un momento en que se vio solo y, entonces, desengañado, tomó la grave decisión de sacrificarse, acto que revela la fuerza de su carácter y lo indomable de sus pasiones. Es el apóstol de un credo político.

CRISIS EN LA UNIÓN CÍVICA RADICAL. Las disputas entre los líderes de la UCR, Alem y su sobrino Yrigoyen, se fueron acentuando. El 1° de julio de 1896 la ciudad de Buenos Aires fue sacudida por el suicidio del primero. Su testamento político dejó una norma a su partido: “que se rompa, pero que no se doble”, símbolo de la honestidad y el fervor de sus ideas. Poco antes había muerto Aristóbulo del Valle. Fueron grandes golpes para el radicalismo, que en lo sucesivo reconocería como jefe absoluto p indiscutido a Hipólito Yrigoyen.

En aquella oportunidad el grupo constituido organizó un levantamiento armado que luchaba contra el gobierno constitucional, y que provocó la renuncia del entonces Presidente Miguel Juárez Celman. Aquel episodio pasaría a la historia como la Revolución del Parque.

En 1891 la Unión Cívica se presentó como partido en las elecciones presidenciales, con una lista encabezada por Mitre como candidato al cargo, pero negociaciones entre éste y Julio Argentino Roca provocaron una fractura en el seno del partido. A raíz de ello quedaron conformadas dos fracciones, por un lado la Unión Cívica Nacional, con Mitre a la cabeza, y por otro la Unión Cívica Radical, liderada por Alem.

A partir de allí continúo por algunos años su lucha, que convertirían a Alem en uno de los principales líderes intelectuales y guía político para el grupo de ciudadanos que buscaban cambios en la política y una mayor participación en el proceso gubernamental de la época.

DISCURSO DE LEANDRO N. ALEM DURANTE LA REVOLUCIÓN DE 1890:

El pueblo donde no hay vida política es un pueblo corrompido y en decadencia o es víctima de una brutal opresión. La vida política forma esas grandes agrupaciones, que llámeselas como ésta, populares, o llámeselas partidos políticos, son las que desenvuelven la personalidad del ciudadano, le dan conciencia de su derecho y el sentimiento de solidaridad en los destinos comunes, salvaremos con proyectos ni con cambio de ministros: y expresaré en una frase vulgar: ¡esto no tiene vueltas! (Grandes aplausos). No hay, no puede haber buenas finanzas donde no hay buena política. Buena política quiere decir respeto a los derechos; buena política quiere decir aplicación recta y correcta de las rentas públicas; buena política quiere decir protección a las industrias lícitas y no especulación aventurera para que ganen los parásitos del poder: (Aplausos) buena política quiere decir exclusión de favoritos y de emisiones clandestinas.

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